Procesion

jueves, 22 de mayo de 2008

La Iglesia fundada por Jesucristo tropieza desde el inicio con un ambiente religioso, político y social en que abundan la injusticia y la corrupción.Nuestra religión se llama católica, es decir, universal. Cristo envió a los suyos “a todas las naciones” (Mt 28, 19), diciéndoles: “Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta el extremo de la tierra” (Hech 1, 8). Sin embargo, dicho universalismo no fue entendido desde el inicio por todos. Tal desinteligencia constituyó el primer gran escollo con que se topó la Iglesia en los albores de su existencia. No olvidemos que los cristianos estaban convencidos de que Israel era el pueblo de Dios. Gran parte de los primeros cristianos eran judíos de nacimiento, como los doce apóstoles y los setenta y dos discípulos, fieles a la ley de Moisés, y sólo podían entender el cristianismo como un complemento del judaísmo. La Iglesia no era sino la flor que coronaba el viejo tronco de Jesé. Surgió también tirantez entre los cristianos judíos y los helenistas convertidos. Los helenistas se quejaron de que sus viudas necesitadas eran mal atendidas en las distribuciones cotidianas de alimentos.Los apóstoles eligieron a 7 hombres de beuna fama y llenos del Espíritu para imponerles las manos y dedicarlos a ese servicio.

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